Calor extremo: un peligro creciente para las aves tropicales

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Las aves tropicales, desde los guacamayos y tucanes hasta los colibríes, enfrentan una amenaza creciente a medida que el cambio climático intensifica los eventos de calor extremo en todo el mundo. Aunque estas especies han evolucionado para vivir en climas cálidos y húmedos, recientes investigaciones muestran que incluso en bosques prístinos y áreas protegidas, la exposición a temperaturas extremas está provocando descensos significativos en sus poblaciones.

Entre 1950 y 2020, los eventos de calor intenso disminuyeron las poblaciones de aves tropicales entre un 25 % y un 38 %, demostrando que el incremento de temperaturas influye directamente en la supervivencia y reproducción de estas especies. Las investigaciones indican que las olas de calor son un factor crucial en la pérdida de biodiversidad, incluso en áreas donde no hay amenazas humanas directas como la deforestación o la urbanización.

La metodología científica detrás del estudio

Los científicos estudiaron más de 90.000 registros de más de 3.000 grupos de aves, contrastando la información con datos meteorológicos diarios desde 1940. Esta metodología permitió revisar cómo reaccionaban las aves ante fenómenos extremos, como lluvias inusuales y episodios de calor intenso. Además, los investigadores modificaron sus resultados teniendo en cuenta la intervención industrial humana, garantizando que los efectos identificados se debieran al cambio climático y no a causas locales de degradación ambiental.

El estudio mostró que el efecto del calor intenso es más destacado en regiones tropicales, situadas por debajo de 23 grados de latitud, y que la exposición a temperaturas que están por encima del percentil 99 puede llevar a reducciones severas en las poblaciones de aves. El impacto del calor extremo excede, incluso, los perjuicios causados por el incremento de la temperatura media anual.

Consecuencias para la salud y la reproducción de las aves

Las aves propias de climas tropicales tienen mecanismos limitados para controlar su temperatura interna. Durante periodos de intenso calor, pueden experimentar hipertermia, deshidratación y desorientación, llegando incluso a desmayarse. Asimismo, la exposición prolongada a altas temperaturas puede provocar daños en órganos esenciales y comprometer su capacidad para reproducirse, amenazando la supervivencia de las especies.

En dos selvas tropicales vírgenes, una localizada en Panamá y otra en el Amazonas, las comunidades de aves se redujeron en más de un 50 % entre 1977 y 2022, a pesar de ser áreas protegidas. Esto evidencia que solo proteger el hábitat no basta para asegurar la supervivencia de las aves ante los severos efectos del clima.

Riqueza biológica tropical y susceptibilidad al cambio climático

Las regiones tropicales albergan una diversidad increíble de aves, varias con poblaciones reducidas y nichos ecológicos sumamente particulares. Esta adaptación, que ha resultado en una diversidad biológica sin igual, también las hace sumamente susceptibles a cambios ambientales drásticos. Cuando se sobrepasan los límites de temperatura que pueden soportar, estas especies encuentran problemas para adaptarse o trasladarse, incrementando el peligro de extinción en áreas específicas.

Expertos en conservación alertan que no se puede asumir que las áreas protegidas serán inmunes a los efectos del cambio climático. Observadores de aves en Queensland, Australia, han documentado cómo especies endémicas como los jardineros dorados se desplazan hacia elevaciones más altas en búsqueda de temperaturas más adecuadas, un patrón que refleja la presión creciente sobre los hábitats tropicales.

Invitación a la acción

Los científicos subrayan que es esencial reducir el cambio climático para salvaguardar la biodiversidad en las regiones tropicales. Las emisiones de gases de efecto invernadero siguen siendo el principal factor detrás de los eventos de calor extremo, y disminuirlas es fundamental para conservar numerosas especies de aves que necesitan climas constantes.

El estudio funciona como una advertencia clara: incluso los ecosistemas más intactos no son inmunes al cambio climático, y la inacción podría llevar a pérdidas significativas de biodiversidad en las regiones tropicales del planeta.