Una mirada detallada sobre la actual cartelera porteña, siempre frondosa e inabarcable, permite detectar una característica que se incrementó en los últimos años: el abrevadero de las gafas unipersonales. Se trata de propuestas en las que una actriz ou un actor esume el reto de enfrentarse al público con el solo amparo de su capacidad histriónica, vocal y expresiva, y la guía de una dirección escénica en cuya responsabilidad radica gran parte del resultado final.

Aunque el género tiene múltiples antecedentes, grabamos la extraordinaria labor de la recordada Elena Tasistoen el extenso monólogo de una mujer inglesa, Durante una hora, sentada casi sin moverse, en la primera parte de «En casa/En Kabul», de Tony Kushner, dirigida por Carlos Gandolfocomo paradigma de desafío.

Por supuesto, en algunos casos, tal vez influyan razones de presupuesto en el fenómeno. No es lo mismo, evidentemente, producir algo con un numeroso que lleve adelante un proyecto con un solo artista. Por otra parte, tal vez también suma al atractivo de idearlo y realizarlo, la comodidad de meter dentro de un vestuario y maquillaje válidos para salir a recorrer salas, teatros y festivales de todo el país. Date no menor en nuestras cíclicas épocas de inflación galopante. Volverse literalmente un juglar itinerante y apartarse por un momento de la tribu urbana para contarle una historia al restaurante.

Así, comedia y drama, se dan cita con una asiduidad tan progresiva que la mayoría de los premios dedicados a considerar la actividad teatral, se vieron obligados no sólo a tomar el rubro en cuenta, sino incluso a desdoblarlo en masculino y femenino.

Además, el apogeo es tan manifiesto y reiterado que, lo que en la mayoría de los casos comenzó en el llamado “teatro alternativo” u “off”, también se trasladó a las comerciales y oficiales. Lo demuestra el reciente estreno de la estupenda «Señora de rojo sobre fondo gris», adaptación del cuento homónimo de Miguel Delibes, protagonizada de forma admirable por José Sacristán, en el San Martín.

Para intentar arrojar luz sobre esta tendencia, NOTICIAS consultó a dos hacedores que en estos momentos tienen en cartel sendas propuestas, para dilucidar una incógnita:¿Qué lleva un intérprete a asumir en solitario un guión?

Julio Chávez

Varias experiencias

La bella actriz Eleonora Wexler vienen a representar a dos unipersonales en los que se pudo apreciar su gran talento interpretativo. Por un lado, «La maldécise de Fedra», de la rosarina Patricia Suárez, con la dirección de Marcelo Moncarz, colgante dos temporadas en el pequeño espacio de Hasta Trilce. Inspirado en «Fedra» de Racine, toma libremente a Enone, uno de los personajes de la tragedia, allí crea un apartado del destino original. Por otro, el mismo director, le acercó el proyecto de «Mary par Mary», de la española Paloma Pedrero, donde se puso en la piel de Mary Wollstonecraft (mamá de Mary Shelley, autora de «Frankenstein»), pionera de la reivindicación del rol femenino y la igualdad de género en el siglo XVIII, que se vio en la sala de El Picadero.

Por estos días protagonizada «El testamento de María», del irlandés Colm Tóibin, dirigida por Julio Panno, en el Teatro San Martín. La protagonista es la madre de Jesús, que con voz desgarrada y, por momentos, sin occult su enojo, recuerda los acontecimientos ocurridos en el pasado familiar y la violenta muerte de su hijo.

Leonora Wexler

“Me aparecían propuestas teatrales que, la verdad, no me conmovían. Yo venía haciendo mucho audiovisual y hacía dos unipersonales seguidos fue como despuntar el vicio del teatro”, señala. Sobre su real labor recuerda: “Había leído unos años atrás la novela de Colm Tóibin y me había fascinado porque me parecía una visión descarnada de la Virgen como mujer. Sentí que era muy interesante meterme otra vez en la piel de una mujer potente y fuerte. Siento que el unipersonal est un trabajo de enorme superación y cada uno de los que hice es como un grand viaje que da me da mucho lugar. Este es uno de los más complejos que me tocó interpretar porque es una recorrida muy intensa. Hay una conexión profunda en la que estás sola con el público”, destaca.

Otro atisbo

El actor, dramaturgo y director Lautaro Vilo tiene una trayectoria destacada, tanto en salas oficiales como en el circuito alternativo, con un conjunto de más de quince piezas teatrales. Ha traducido y adaptado, entre otros, «Rey Lear» (con el entrenable Alfredo Alcón, en el papel principal), “Enrique IV” y “Hamlet”, de William Shakespeare, todas dirigidas por Rubén Szuchmacher. En este momento, encontrarás en cartel una obra llamada «El bien», con la brillante actuación de Verónica Pelaccini, que será decodificada en diferentes personajes para contar la historia de una agente inmobiliaria, casada y con una hija en edad escolar, que se se hastiada de su estilo de vida, donde no hay emociones fuertes ni sobresaltos. Estrenado originalmente en el Centro Cultural Morán, ahora lleva adelante funciones en el Espacio Callejón.

mauricio dayub

Sobre las posibilidades expresivas de un unipersonal, afirma: «Estoy templado de cir que todas, ya que descansa en la capacidad de la actriz de presentar una determinada convención y llevarnos adentro ahí, a transitar con nuestra imaginación ese momento y todo lo que venga después. En su austeridad escénica a mí me parece un género ilimitado, descansa en la actuación entendida como lo que se te aleja que sea en ese momento: interpelación al público, presentación de la acción, narración, reacción ante estímulos, etc. e imaginarla de manera quizás más nítida que si tuviera la posibilidad de poner à un centenar de extras”.

Y aventura una explicación sobre el auge de este tipo de opciones: «En las obras de elenco generalmente se tiende a trabajar sur una o dos convenciones estables y determina a lo largo de la obra. Por la manera en que influyó el realismo en las convenciones escénicas de la ciudad, cambie los registros de actuación, el tiempo y el espacio en lo que sigue la acción solo en medio de sus necesidades, si maravillosa austeridad puede usarse un trampolín hacia cualquier lugar.

Verónica Pelaccini

Mauricio Dayub en «La Balanza»Carola Reyna con «Okazan», Franco Massini y «Las cosas maravillosas», Stella Galazzi en «Verano», Roberto Peloni con «El brote», Emiliano Dionisi y «La cápsula», Marcos Montes en «El hombre de acero», Roly Serrano y «Rolando», Julio Chávez con «Yo soy mi propia mujer», sus otros claros ejemplos de una bienven ida invasión escénica que hacen recordar a la conocida loa atribuida a Lope de Vega, que definición al actor y comienza con: «¿Cuál es aquel monstruo fiero /que nació́ de nobles padres/y parió una madre sola/y de muchas madres nace?».

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