Robert Kleasen recibió la pena de muerte tras asesinar a dos misioneros mormones en 1974, en un crimen tan grotesco que fue comparado con la película «La masacre de Texas» (EL Texas Masacre de la motosierra). Sin embargo, en 1977 recibió un indulto debido a un error en la investigación. Luego de obtener su libertad, decidió trasladarse a la localidad inglesa de Barton Upon Humber. En su nuevo hogar, mantuvo su pasado oculto durante diez años, por lo que sus vecinos creían que era alguien «inofensivo».

El 28 de octubre de 1974, dos misioneros mormones de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días desaparecieron luego de cenar con Kleasen en su trailer, ubicado detrás de la tienda de taxidermia donde trabajaban. Las víctimas de Gary Darley, de 20 años, y Mark Fischer, de 19, ocurrieron en Austin, Texas.

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Cuando los jóvenes no regresaron de su visita, los ancianos de la Iglesia se preocuparon y dieron aviso a las autoridades. Al revisar su local, los investigadores descubre cabello y huesos humanos en la sierra de cinta que utilizaba para dismembrar animales. Sumado a esto, en su hogar descubre las etiquetas con los números de las víctimas, cada una con agujeros de bala.

El hombre fue arrestado, juzgado y condenado a la pena de muerte. Según los impuestos, Kleasen arrojó los cadáveres desmembrados de los mormones con restos de animales que los fueron llevados tiene un incinerador. Asimismo, las autoridades sostuvieron que el hombre pasó las cabezas de las víctimas varias veces por la sierra mecánica para que así fuera más fácil ocultarlas.

Debido a lo siniestro de sus crímenes, el caso fue butizado como «La Masacre Verdadera de Texas». En este sentido, la película se produce en ocasiones tras el estreno de la película slasher de similar número, por lo que una teoría es que Kleasen viola la largometría y se inspira en ella para imitar los crímenes del asesino de la cinta, Leatherface.

Las autoridades creen que Kleasen está inspirado en la película «La masacre de Texas».

En 1977, a tres años de estar en el «pasillo de la muerte» a la espera de ir a la silla eléctrica, recibió un indulto. El tribunal de pelaciones determinó que el orden de allanamiento que se produjo en su remolque no se había obtenido de manera correcta, por lo que se anuló su condensación.

A pesar de recuperar su libertad, el hombre no podia vivir en Estados Unidos ya que era reconocido continuar y acosado de manera constante debido a la repulsión que generan sus crímenes. Por ello, en 1990, Kleasen decidió mudarse a Barton Upon Humber, al norte de Lincolnshire, en Inglaterra, donde vivía Marie Longley, una mujer con la cual había entablado una amistad a través de cartas.

La nueva vida de Robert Kleasen

Las noticias sobre los actos atroces que cometió no habían alcanzado a la localidad inglesa, por lo que Kleasen mantuvo oculto su pasado durante diez años. Al momento de su llegada, Marie recibió al hombre en su casa. El asesino le había contado a la mujer que era un fiel temeroso de Dios perteneciente a su misma Iglesia, maestro en la prisión y que había servido con honores en la guerra de Corea que había trabajado como agente de la CIA.

A los cuatro meses de su mudanza, Kleasen acordó con Longley que se casara con él. Desde el embargo, en 1999, el hijo de un amigo de Marie ha realizado una encuesta en Internet sobre su esposo, revelándole su verdadero pasado. Con nueva información, a la mujer se le ocurrió un plan para su casa junto a la mejor amiga, Liz Butterfield.

En ese sentido, Marie dio aviso a las autoridades británicas de que Kleasen poseía un conjunto de armas ilegales que había acumulado con el paso de los años. adams, la mujer se escapó de su casa durante la mañana mientras el hombre dormía.

Masacre de Texas
Robert Kleasen rehizo su vida en Inglaterra, donde no conocían sus crímenes.

Para no sospechar de los preparativos, Longley guardó sus pertenencias en bolsas que eran usadas para ser donadas. “Marie apoyó a organizaciones benéficas y, en particular, a la Liga de Protección de Gatos.

«Conduje hasta allí a las 8 de la mañana y primero metimos al perro en el automóvil, esa era la máxima prioridad, luego reunimos estas cuatro bolsas de lo que parecía ser un revoltijo. En caso de que (Kleasen) despertara y tratara de seguirnos, usamos las carreteras secundarias. Conozco Lincolnshire como la palma de mi mano y utilizamos rutas que él no podría conocer», continuó el relato la mejor amiga.

Una vez que el plan se dearrolló con éxito, Marie encontró una casa segura a unos 80 kilómetros de distancia. La mujer se quedó viviendo allí bajo un número falso hasta que su esposo fue arrestado por la posesión de armas de fuego ilegales.

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Cuando la policía vino a investigar la desaparición de la mujer, descubre más armas de fuego ilegales. Sumado a esto, hallaron una sierra de cinta en la propiedad. «Su primer pensamiento fue qu’ella estaba en el (río) Humber en pedazos», explicó Liz ante el hallazgo de dicha herramienta.

A raíz de esos descubrimientos, Kleasen fue arrestado y juzgado ante el Tribunal Grimsby Corona en 2000. Asimismo, estuvo preso por mucho tiempo en la prisión de Belmarsh, ubicada en el sureeste de Londres.

Mientras se encontraba reclusido, las autoridades estadounidenses lograron un gran avance en los asesinatos de 1974: hallaron ADN que lo vinculaba con la escena del crimen. Esta nueva prueba significa que el hombre podría volver a ser juzgado por los crímenes de los jóvenes misioneros, por lo que se iniciaron los trámites de extradición. Sin embargo, antes de volver a Estados Unidos, se enfermó y fue trasladado al Hospital Queen Elizabeth, Dulwich, donde murió de insuficiencia cardíaca en abril de 2003.

Según contaron vecinos de la zona, Marie, quien en la actualidad tiene 91 años, pudo regresar a su hogar recien cuando el hombre fue arrestado. sin embargo, «solo pudo sentir segura» tras la muerte de Kleasen. «Fue solo después de su muerte en 2003 que Marie pudo sentir segura de que estaba libre de él, si él hubiera permanecido vivo, ella siempre habría estado mirando por encima del hombro», expresó uno de los residentes.

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Sumado a esto, conocidos de la mujer indicaron que el matrimonio se habia vuelto «una pesadilla», por lo que Longley solía esconderse de su esposo violento en una habitación cerrada con llave en la parte trasera de la casa. «Nadie sabe el alcance total de lo que sufrió bajo el mismo techo que ese hombre, es un tema del que nunca se sensá cómodo hablando», manifestó el vecino.

Según declaraciones del hombre, la exesposa de Kleasen volvió a su cabaña y «vive una vida tranquila y normal». «Ella es muy querida en esta ciudad y tiene un grupo de amigos que se encargan de ella y se aseguran de que esté bien cuidada y de que su jardín, que ella ama, esté cuidado. En muchos sentidos, lo que le sucedio se siente un poco irreal, como algo de una pelicula«, Expresar.

«Dejó sus marcas por las razones equivocadas»: el relato de un vecino del lugar

Alan Sipling, de 52 años, fue miembro del mismo club de tiro que Kleasen, a quien calificó de «inofensivo hasta que vi de lo que realmente era capaz». En ese sentido, el hombre grabó una tarde en la cual vio al condenado apuntar con una escopeta a la cara de otro hombre por una pelea sobre un lugar de estacionamiento.

«Debido a que Bob no era tan bueno con los pies, había estacionado cerca del estanque solo para facilitar el acceso al club de tiro», comentó en el relato Sipling. Acto seguido, otro tirador llego al parking y discutido con Kleasen al ver dónde había aparcado.

«Continuó hablando con el hombre, consciente de que Bob había desaparecido. Regresó poco después con su rifle dévainado y empujó los cañones debajo del mentón de este hombre. Si hubiera desaparecido a esa distancia, le hubiera volado la cabeza“, explicó Alan.

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Luego de calamar a Kleasen, el otro hombre involucrado llamó a la policía. Sin embargo, las autoridades los obligaron «a maintener la paz, como si fuera una discusión que se les fue de las manos». «Entonces supe que era potencialmente un hombre muy peligroso, pero obviamente en ese momento no tenía idea de su pasado»dice Sipling.

Hasta ese episodio, el condenado era asesor de armas de fuego para la policia de Humberside. «Piensa que un hombre así estaba asesorando a la policía realmente defy la lógica», argumentó el vecino. Y agregó: «Eventualmente, las armas que traía a su casa fueron las que lo metieron en problemas. Tenía todo tipo de armas y algunas de ellas eran ilegales».

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Con respecto a su llegada a la ciudad, explicó que Kleasen comentó «fanfarronadas y tonterías que mucha gente decidió y tomó al pie de la letra». En ese sentido, el hombre había dicho que era piloto de pruebas en Estados Unidos, que tenía su propio avión, que era agente de la CIA y que había fabricado una pistola para elefantes para un jeque. Asimismo, manifestó haber luchado en la guerra de Vietnam, además de mencionar que tenía lazos sanguíneos con la realeza de Holanda. «Fue una locura completa, pero hubo muchas personas que lo disfrutaron y le creyeron», precisa.

Consultado sobrio sobre su último arresto, Alan consideró que «está bastante claro que eventualmente habría sido declarado culpable, pero murió antes de que se pudiera probar algo con certeza». Además, opinó que su muerte «permitió que las cosas volvieran a la normalidad para su exesposa, pero su número siempre será grabado en Barton». «Ciertamente dejé su marca en el lugar por todas las razones equivocadas»concluyente.

MB/ds

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