La generación verde avanza con paso firme, ajena a las voces más escépticas. En el último año móvil (de mediados de octubre de 2022 hasta ahora), las fuentes renovables han producido más electricidad en la España peninsular que la suma del gas, el carbón y la nuclear. Es la primera vez que sucede, según los datos de Red Eléctrica de España (REE) consultados por EL PAÍS, lo que convierte a España en el primer gran país europeo en lograr este hito: solo los escandinavos —donde la hidroeléctrica es mayoritaria— y Portugal —que tiene viento, agua y que depende mucho de las importaciones— lo han conseguido antes.

La generación peninsular libre de emisiones —es decir, la suma de renovables y atómica— supera ya, por su parte, el 72% en el acumulado de los doce últimos meses, cifra que se queda a las puertas del 70% si también se tienen en cuenta las islas. Y, de seguir la tendencia, ese umbral también será historia en el conjunto nacional antes de que termine el año.

La presidenta del gestor de la red, Beatriz Corredor, ya avanzó en marzo que las renovables terminarían el año por encima del 50% de la generación eléctrica española; una cifra que en 2022 se quedó en el 42%. “Es un punto de no retorno, porque la capacidad fotovoltaica instalada va a seguir subiendo en los próximos meses y años”, valora Rafael Salas, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid. Concuerda Francisco Valverde, de la consultora Menta Energía: “La solar supone gran parte de la evolución, porque hace que suba mucho la generación en los meses de primavera y de verano, reduciendo la necesidad de gas. Fotovoltaica y eólica se complementan muy bien; sin duda, irá a más”.

En los últimos tiempos, España ha pasado de importador neto de electricidad (sobre todo, de Francia) a exportador. Eso hace que la generación para consumo propio esté siendo, muchos meses, solo una parte de la generación total: el resto, se envía al país vecino (y a Portugal) a través de las débiles conexiones fronterizas. Y que la cobertura de la demanda interna renovables sea notablemente mayor: ronda ya el 56% en el caso del sistema peninsular y el 54% en el nacional (archipiélagos canario y balear incluidos).

La superación del 50% de generación renovable no tiene en cuenta el autoconsumo, que según Salas ya cubrió el 1,8% del consumo eléctrico español en 2022. Algunas estimaciones elevan su impacto a entre el 8% y el 10% en las horas centrales del día. Y se ha producido en un periodo de baja generación hidráulica: “Si el régimen de lluvias hubiese sido más acorde con la media histórica se habría llegado antes a este punto”. En adelante, analiza el profesor de la Complutense, todo invita a pensar en que —de hacerlo— el peso de las renovables en el sistema peninsular solo bajará “de manera muy circunstancial, por ejemplo, si Francia o el resto de Europa demandan más y obligan a España a encender más ciclos combinados [centrales en las que se quema gas para obtener electricidad], como ocurrió el año pasado”.

Oportunidades y retos

La entrada masiva de renovables en el sistema eléctrico es una enorme oportunidad, tanto ambiental —cero emisiones, a diferencia del gas y, sobre todo, del carbón; y cero residuos, a diferencia de la nuclear— como económica —su coste de generación y, por tanto, el precio final que pagan los consumidores—. Pero también un reto mayúsculo.

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) acaba de alertar, esta misma semana, de los riesgos que se ciernen sobre la transición energética si la inversión en redes de transmisión no se duplica en los próximos años. Y el desacompasamiento entre oferta y demanda hace que se desperdicie energía verde algunos momentos del día (primera hora de la tarde, sobre todo) y algunos días de la semana (los fines de semana) mientras se obliga a quemar más gas en los picos de consumo (que suelen coincidir con el desayuno y la cena).

“Es una pena que se vierta energía renovable, pero es lo más barato para tener una gran entrada de renovable en el sistema”, opina Valverde, que no se muestra especialmente preocupado por estos vertidos y que recuerda que son mucho menores que en otros países europeos. “Añadir mucho almacenamiento para que no haya esos vertidos cuesta, hoy por hoy, mucho más dinero que los haya. Lo que hay que hacer es pedagogía para llevar los consumos, también los domésticos, a las horas de mayor generación renovable: debería haber canales más fáciles para hacer entender esto”, reclama.

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