Del acuerdo a un hallazgo de investigadores de la Memorial de la Universidad Terranova de Canadáciertos alimentos se activan en el cerebro el «círculo vicioso» que lleva a las personas a venir más de lo necesario.

Esta investigación llevó a la conclusión de que existe una relación entre la inflamación del hipotálamo, una parte del cerebro que regula el equilibrio de energía y la sensación de cámara, y el consumo de dietas altas en grasa. «Las dietas con mucha grasa pueden dar lugar a un círculo vicioso difícil de tener», publicado en la revista PNAS.

Es importante diferenciar las grasas saturadas de las grasas saludables.

Sin embargo, no todas las grasas provocan este fenómeno. Se recomiendan las grasas saludables, como las incluidas en la palta, los frutos secos o el aceite de oliva en un plan de alimentación saludable en los cerdos recomendados. El problema está en la ingesta excesiva de alimentos ultraprocesados con altos niveles de grasas industriales.

«Esos alimentos produce una inflamación del hipotálamo que incrementa el apetito hasta niveles que nos hacen comer más de lo que necesitamos y que ganemos peso», detallan los autores del trabajo, aunque aclaran que «la inflamación de esa región del cerebro también se asocia con enfermedades como la anorexia y otras que producen pérdida de peso».

Golosinas

El encabezado por equipo Michiru Hirasawa dio cuenta de que las dietas ricas en grasa hacen que prostaglandina E2 (PGE2) activa el hipotálamo la hormona MHC, que hace que las personas sientan apetito.

Por esta razón, este fenómeno podría explicar el aumento de peso y, en otros casos, el adelgazamiento excesivo. En alta concentración produce una intensa inflamación y la PGE2 quita el apetito, pero si la concentración es menor, lo incrementa.

Cómo detectar la influencia del consumo de grasas en el apetito

Los investigadores utilizaron modelos animales para descubrir cómo regular la relación entre la inflamación y los trastornos del apetito. por hola Probaron modificando genéticamente a los ratones que participaron en el estudioeliminando los receptores de esta prostaglandina en las neuronas MHC, y los animales que protegen contra la obesidad o la pérdida de grasa que provocan la inflamación del hipotálamo vinculado por una dieta con mucha grasa.

Para Hirasawa no es fácil predecir «el resultado de una inflamación, la intensidad baja o alta es relativa, puede ser aguda o crónica e involucrar a muchos órganos, células y moléculas diferentes».

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Sin embargo, Hirasawa declaró que «reducir la inflamación puede causar ambos síntomas». “Por ejemplo, la dieta mediterránea es antiinflamatoria y se sabe que ayuda a reducir el peso en personas que tienen sobrepeso u obesidad. Yel momento en que se utilizan tratamientos antiinflamatorios, ya que la inflamación también es necesaria para nuestro funcionamiento diario, por ejemplo, curando heridas o combatiendo infecciones”.

Al final, Hirasawa cree que estos avances «pueden llevar algún día a tratamientos para la obesidad». Para ella, «el conocimiento del mecanismo que arranca con la ingesta de grasas y causa una inflamación que incrementa el apetito permitiría desarrollar tratamientos que empleen esa diana».

Someter a las personas a la modificación genética a la que se sometieron los ratones en el estudio publicado en PNAS no es viable porque la PGE2 tiene muchas otras funciones, además de inflamar el hipotálamo y dar hambre. Y tan bien reconoció el experto que «es de esperar que los tratamientos que blocken este mecanismo tengan un efecto antiobesidad», concluyó que «es crítico identificar posibles efectos secundarios y poner a prueba su seguridad antes de utilizarlos».

RBCP