Ahí está Hubert Hurkacz para llevar la contraria, para demostrar que pese a la lentitud de la pista de Shanghái, torneo a cámara lenta, un cañonero como él puede llevarse finalmente el gato al agua. Triunfa este domingo el polaco al imponerse al ruso Andrey Rublev por 6-3, 3-6 y 7-6(8), en 2h 33m, y eleva el segundo Masters 1000 de su carrera tras el obtenido hace dos años en Miami, también sobre cemento. Tipo bonachón, eleva el trofeo entremezclando la sonrisa con ese gesto característico entre la humildad y la timidez, y previamente le ha dado un sentido abrazo a su rival, que antes del fotograma se castigaba los muslos a raquetazos por la oportunidad perdida. Es un quiero y no puedo Rublev, tenista de magníficas condiciones y a la vez gelatinoso; en cuanto se tuerce un poco el guion y el de enfrente mete un poco la cuchara en esa mente quebradiza, tiende a desmoronarse.

Se cierra la gira por Asia con un campeón insospechado, toda vez que los focos apuntaban de antemano a tres nombres. Pero esto es tenis y esto es octubre, así que cualquier cosa puede suceder. No inscribe el palmarés a Daniil Medvedev, el mejor del curso sobre pista rápida y apeado contra todo pronóstico en la segunda estación del torneo; tampoco a Carlos Alcaraz, rendido por la mejor versión de Grigor Dimitrov en los cuartos de final; ni tan siquiera aprovechó Jannik Sinner la estupenda dinámica que arrastraba de Pekín, donde el italiano batió al español y se adjudicó el premio después de imponerse también al ruso. Nada de nada, ningún favorito. En Shanghái, quien se tumba con el espíritu de un niño y posa con el trofeo es el gigantón Hurkacz, larguirucho como él solo. Un campeón a cañonazos. Son 98 aces a lo largo de estas dos semanas, 21 de ellos en el epílogo.

Completa la obra de estos días tras un duelo fluctuante con el inestable Rublev, desbordado el ruso al inicio, repuesto después y condenado en última instancia por esos nervios y ese déficit de confianza que le impiden dar un salto superior y pensar en cotas mayores. Contabiliza 14 trofeos, registro nada menor, pero de nuevo cede en un escenario mayor y cae por tercera vez en el desenlace de un 1000. Ganó este año el de Montecarlo y se pensaba que, tal vez, la victoria de prestigio en el Principado la ayudaría definitivamente a romper el corsé y a espantar poco a poco los demonios. Pero ni por esas. Ahí están todos, vivitos y coleando a su alrededor. Sigue encerrado el de Moscú –25 años y hoy día quinto mejor del mundo– en esa batalla interior. Después de hacer lo difícil, equilibrar el partido tras aguantar el alud, se deshace después de fallar dos o tres golpes aparentemente sencillos en el desempate final, en el que ha dispuesto también de un match point.

Al cuarto intento redondea su adversario, Hurkacz, un jugador de registro limitado pero que siempre representa una amenaza sobre cemento. No es ningún virtuoso, pero si está inspirado con el saque no solo es capaz de sortear los apuros, sino también de ir abriéndose paso y atrapar trofeos de postín. Con su segundo Masters 1000, el de Breslavia se convierte en el el séptimo tenista en activo que posee más de uno en modalidad individual, según precisa la ATP. El polaco, de 26 años y undécimo en el listado mundial a partir de mañana, figura en el plano terciario de una foto en la que aparecen estandartes de la talla de Alcaraz (4), Alexander Zverev (5), Medvedev (6), Andy Murray (14), Rafael Nadal (36) y, por supuesto, Novak Djokovic (39), el rey también de los miles. El serbio observa relajadamente estos días desde el diván, afilando las garras a la espera de que llegue el desembarco en la gira europea bajo techo, en su caso París-Bercy y la Copa de Maestros de Turín.

“Ha sido un ida y vuelta”, describe el vencedor ante la mirada de Roger Federer, presente en uno de los fondos, elegante hasta durmiendo el suizo. “Andrey ha hecho grandes golpes, pero he intentado responderle. Mantuve la fe y estoy feliz por cómo he manejado el tie-break”, prorroga Hurkaz, quien a lo largo de estos días se ha deshecho de Thanasi Kokkinakis, Yu Hsiou Hsu, Zhang Zhizhen, Fabián Marozsán y Sebastian Korda antes de dar buena cuenta de Rublev. De esta forma, sucede en el palmarés a Medvedev –ganador en 2019, antes de las tres cancelaciones posteriores a razón del coronavirus– y se mete de lleno en la pelea por lograr una plaza para la cita de los ocho mejores de la temporada en Turín, del 12 al 19 de noviembre. El éxito en China le deja a tan solo 335 puntos del danés Holger Rune, octavo en la carrera anual; Casper Ruud (a 315) y Taylor Fritz (a solo 145) son otros candidatos que han ido postulándose.

GRANOLLERS, CAMPEÓN EN DOBLES

A. C.

La modalidad de dobles dejó una buena noticia este domingo en Shanghái, donde el catalán Marcel Granollers y el argentino Horacio Zeballos lograron el título al imponerse en la final al indio Rohan Bopanna y al australiano Matthew Ebden por 5-7, 6-2 y 10-7. De este modo, ambos abundan en su pleno en los Masters 1000: han ganado las cinco finales que han disputado hasta ahora. Antes festejaron en Montreal (2019), Roma (2020), Madrid y Cincinnati (2021).

El triunfo, el octavo que consiguen de la mano, les garantiza prácticamente su presencia en la cita maestra de Turín. Instalados en la cuarta posición de la Race por parejas, el español y su compañero están ahora mismo 1.500 puntos por encima del corte que concede los billetes.

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