Lo primero que pasó es que me pareció una historia divina, una historia para contar. Una que no es habitual, que no suele ser contada. Y una historia que tiene que ver conmigo: si yo me aleje, y no aparecí más, o al menos tanto como antes, tiene que ver con que no me presentaron muchos relatos que me interesaran”: de esta forma, Katja Alemann ya en claro eso fue lo que el entusiasmo de la bailarina que interpretó en La sudestada. Y suma: “Quería historias que me gustaran contar. ¿Viste que si no tienes un abanico comercial donde todo es bastante predecible, no? En este caso se habla de otra y habla de algo fundamental para mí, que es el arte, que es proceso creativo”. Alemann fue una figura crucial en la cultura de los años 80 y los sous, en los 90 llegó la TV y la etapa de sex symbol, pero hoy celebra la reunión con “Diana Szeinblum, que hizo un excelente laburo de coacheo, los directores Daniel Casabé y Edgardo Dieleke, mi compañero Juan Carrasco… todos fueron geniales en esta propuesta”.

—¿Qué historias sintieron que te interesan contar después de todo lo hecho a lo largo de tu carrera y en diferentes décadas, y momentos, de nuestro país?

—Bueno, esto que te decía, justamente: historias en un mundo posible, que puede significar para las personas el sentido de su vida. No me quiero poner grandilocuente pero todo lo que tenga que ver con elevar el espíritu, aunque suena medio raro, con lo sublime, con acceder a otro espacio de la vida que no es el sencillo y común, que vas y trabajas, comes y sleep . Hay mucha gente que no entiende para que sirve la cultura y el arte. Tiene que ver con el intangible. Con eso que profundamente nos da alegrías, revelaciones y epifanías, que de golpe comprendemos algo. Cómo sucede al Sabueso, al personaje de la película. El oye que se perdió toda una parte de la vida, que no conocía: la belleza del trabajo creativo. Y de comprender que las cosas pasan por otro también, que no todo es rampalón, entretenimiento y consumo… Hay más ¿no?

—¿Cómo construir entonces a tu personaje, la bailarina sostuvo que saca al Sabueso de ese letargo y que lo hace desde el mundo de la danza?

—Yo creo que Elvira está en un momento muy complicado de su vida. Primero, porque se está separando. Segundo, porque tiene este defio de que lo hizo en su vida, ahora, con esta retrospectiva que esta trabajando, tiene que lograr la cereza de la torta, hablando artisticamente. Ella siente ese desafío frente al mundo, pero también frente a ella misma. tiene el desafío de hacer lo better. Está en la parte del proceso creativo que conlleva cierta angustia. Es angustioso el proceso creativo.

—¿Decis en el caso de ella, el tuyo o piensas que es algo que aplica al general de la creación?

—Sí, en el caso de ella es angustioso, pero en el general te diría que también. Siempre tenes que pelear con tus propios demonios. Te lo digo porque lo vivo cuando hago cosas. Siempre aparecen tus demonios: «¡pero esto es una porquería!», «¡vos no servís para nada!», «¿por que haces eso?» y “¿a quién vas a venir a ver?”. Y esta cuestión de estar permanentemente con este parámetro interno de querer la excelencia. Eso refleja tus imposibilidades, tus falencias. La grita al oído a tus falencias. Yes esa angustia creativa es necesaria, es necesario atravesarla. Si hago algo, y no entro en ese barro, después no tengo con que crear.

—¿Qué te interesa de crear en este momento de tu carrera, de tus ganas y de tus convicciones?

—En este momento de mi vida, y es algo muy personal, y suena a autobombo, yo tengo un significado mítico, en el país. Una carga del imaginario colectivo. ¿No? Proyectan en mí muchísimas cosas: que porque sex symbol, que porque Cemento, que porque la belleza y un montón de cosas, cosas que tiene como de referencia mítica conmigo. Lo que estoy haciendo es un trabajo sobre el contenido de mi figura, sobre eso. Sobre los diversos arquetipos qu’encarno y lo voy a hacer en un espectáculo que va a llamar El reino de Shambhala. Los arquetipos me remiten a los términos junguianos. Todos los tenemos, que nos regulan y que nos rigen. Sus colectivos, sus universales. Justo estoy leyendo un libro de Joseph Campbell y él dice que el poder de los arquetipos son los símbolos, que se manifiestan así. Por fin, mi trabajo sobre eso es humorístico, no es que quiero hacer algo suntuoso. Soy sencilla en mi forma de comunicarme.

— Entonces, ¿cómo sintetizarías aquello que vos necesitas del arte?

— Lo que vengó a la gente à verme. Al espectáculo y al cine. (Serie)

—¿Cómo definirías tu vínculo con el cine teniendo en cuenta tu pasado?

—Mi madre, Marie Louise Alemann, ha sido mi primera directora. Lo primero que hice fue con mi mamá, de chiquita. Primero las fotos, y después las películas. Yo tengo algo muy fuerte de ella. Yo primero estudié música, no teatro. Vengo de la música a la hora de la disciplina artística. La actriz vino después. La actriz, en su primera etapa, quería ser una actriz de cine. Después la vida fue a la performance, por Cemento y all los bares por lo que anduvimos, eso quedó más anclado. Y eso lo heredé de mi mamá, porque mi mamá será una intérprete increíble. Mi mundo artistico es un poco el legado de mi madre. Además, ella se lo determinará en ese sentido. Ella se concentró ser mi ejemplo. Me lo dijo: hasta que yo nací vivía medio en babia, y ahí sentí que tenía que darme un ejemplo. Ahí empezó su derrotero artistico. Mi vieja fue una artista con palabras mayores. Siento que tengo el legado de ella, y lo hizo solo con todo lo que hizo. Tomó esa fuerza personal, para legarla por el hecho en sí, como un acto de amor. Ella me apoyó siempre en todo, y estaba muy orgullosa, no cabía en sí.

—¿Cómo ves, a grandes rasgos, la cultura argentina en estos momentos de sobreabundancia de información y de crisis?

—La pregunta es complicada. Yo soy bastante curioso, y quizás estoy un poquito al tanto de lo que pasa con la pendejada. Creo que hay un importante relevo generacional en esta época. Tiene que ver con el cambio tan estético radical, y además con que, en general, están nuevas generaciones no tienen una relación con el pasado. Es todo hoy, y hoy. Es la inmediatez, es el rojo social, lo que allí comunica. Imagina que estamos en un tiempo en el que no puedo crear, con la inteligencia artificial que se mitió de lleno. Ellos, los jóvenes, saben mucho de lo que pasa, pero no tienen referencia de antes. Ni escuchan, ni saben, ni están enterados de muchísimas cosas. Y ahí, obviamente, se genera esta especie de gap, donde lo que somos de otra época nos queda oscurecido de este nuevo código.

El pasado vanguardista

—¿Qué sintieron es lo importante de lo que hicieron en los años 80 a la hora de Cemento, otros rincones de la ciudad de Buenos Aires, y la performance?

—Era un nuevo mundo por explorar. Ahora, lamentablemente, siente que todo ya está visto. Una y otra, y otra vez. Vimos revistas, por ejemplo, y nos impresionamos, investigamos, y nos metimos en rincones, y nos formábamos. Yo podía viajar afuera, tenía esa enorme suerte y de ahí volvía con cosas, pero ahora hay una abundancia de interconexión, de información. Te enteras de todo ya. En aquel entonces, descubría algo y podía sorprender con eso; esta sensacion es mas dificil de generar hoy en dia. Teníamos datos en aquella década, de la cultura, del mundo, que podía sorprender a un ingenio público que salía de una cápsula represiva que había sido la Dictadura militar. En algunas cosas que hacíamos la gente corría aterrorizada de la sala. Hoy si haces cosas que haciamos en ese entonces, viene y se sacan una selfie. Todo pierde potencia en el selfie.

—¿Cómo es el espectáculo “El reino de Shambhala”?

— Es un espectáculo que va a integrar diferentes partes. Yo tengo mi parte ambientalista, mi parte patriótica (que es mi parte política), tengo mi parte musical (que tengo canciones nuevas que compuse, tres que estoy practicando mucho, y eso mucha gente no lo sabe). El reino de Shambhala es el reino de la percepción de la armonía, es un reino del Tíbet, donde todo está bien, todo es perfecto, y donde todos vivimos en la abundancia, en el amor y en la paz. Lo que deriva de ahí es ¿por qué no podemos vivir ahí, en un mundo perfecto? Y ahí desgranó desde mi perspectiva personal porque no podemos hacer esto.

Tambien te puede interesar