Se la vio por última vez en un escenario teatral cuando hizo Ella en mi cabeza, primera versión de la obra escrita y dirigida por Oscar Martínez. Hoy Soledad Villamil recuerda: «Me quedé embaraza de mi hija menor, Clara, así que fue hace diecisiete años». Por esa larga ausencia que se la esperaba y ahora está de miércoles a domingo en Para mí. Pour vos de Christopher Durang, con la adaptación de Ricardo F. Hornos, en Multitabarís Comafi. No hay una historia única con Boy Olmi, Laura Oliva, Paula Ransenberg, Tupac Larriera y Ailin Zaninovich. El texto ganó el Premio Tony y viene precedido de mucho éxito en Broadway con su título original: Vanya and Sonia and Masha and Spike, que obviamente plantó desde allí un guiño a Chejov. Espera la estrella de la serie Medusa para Paramount. “Es un policía casi clásico –anticipa-con dirección de Jazmín Stuart. Interpreto a fiscal que investiga un crimen”. Compañan Candela Vetrano, Violeta Urtizberea, Gastón Dalmau, María Abadi, Martin Slipak, Moro Anghileri, entre otros”.

—¿Cómo te llegó esta comedia y la propuesta de volver al teatro?

—Me convocaron los productores Tomás Rottemberg y Valentina Berger, quienes habían comprado los derechos. Esta obra se estrenó en los Estados Unidos, Christopher Durang que es el dramaturgo la estrenó with Sigourney Weaver haciendo el papel de Masha. Ellos son muy amigos e incluso fue la productora ejecutiva y artística del espectáculo. Fue muy interesante porque tanto Tomás como Valentina me llamaron en esos términos. Me ofrecieron el texto para que actuara y además para que me involucrara en el proceso creativo, trabajando en la versión y en el equipo. Me sorprendió y encantó poder estar en la cocina, desde el inicio.

—Muchas veces trabajaste con actores transformados en directores, así fue con Bartís, Audivert, Olivera y ahora Héctor Díaz. ¿Qué diferencias encuentras?

—Para mí es un plus enorme, porque siento que la mirada sobre los actores es mucho más fina, detallada y la comunicación es tan fluida, ya que nunca dejamos de ser colegas. La actuación es una experiencia que pasa mucho por el cuerpo y nosotros podemos hablar en esos términos, sobre sensaciones, emociones y acción. Incluso a mis amigos directores que no fueron interpretes les pido que tomen clases de teatro, para pasarlo por el cuerpo, ya que es un registro muy diferente.

—Para crear este personaje de Masha: ¿te inspiraste en alguna diva?

—Ella misma dice que es “adorablemente monstruosa”. No podría decir una, creo que me inspire en varios ejemplos concretos, pero sobre todo en el arquetipo que propone la obra. A narcisista actriz, diva, con esta identificación tan grande con su ser actriz. No es que busque el protagonismo en su trabajo, sino que lo hace en todo momento y en cualquier lugar. Es por eso que todos son públicos para ella, no importa que sean familiares. Ellos la tienen que confirmar. Creo que por debajo hay una enorme inseguridad, por no ser valorada o considerada.

—¿Son tiempos para estrenar comedias?

— Soy muy fan de la comedia, mas las de este tipo, las inteligentes, que no se quedan solo en el plano del humor. Muestra temáticas interesantes como la relación entre hermanos o la crisis en la mitad de la vida. La comedia facilita poder tocar ciertos temas, sentir identificación y dice cosas terribles, que serían insostenibles en otro género. Siento que es un momento para la comedia, aparte de la crisis que estamos pasando no sólo como sino mundial país, estamos en la post pandemia. Percibo la necesidad de ir al teatro, compartir un mismo espacio y asistir a un vivo, como la ceremonia donde una saldrá liviana en el alma.

—Con respecto a los vínculos… tenés una hermana (Camila) que es una excelente bailarina de tango: ¿Cómo te llevás con ella?

—Éramos tres, mi hermano menor Nicolás era músico y actor, tendría hace cuatro años. Por eso esta obra me interpela especialmente. Me llevaba muy bien con ambos. Estas relaciones te acompañan toda la vida, sos par y te une pasado de una manera radical e intensísima. Pero por otro lado son vidas que se despliegan de manera individual y cada uno hace un recorrido distinto. Pero en los encuentros está todo el tiempo ese juego entre lo que fue, lo que fuimos, lo que es ya dónde fue cada uno. Como en el espectáculo se muestra lo que nos separa y lo que nos une.

—¿Puede haber grietas entre hermanos?

– Si, absolutamente. La relación entre hermanos es tan intensa y apasionada que los sentimientos positivos y las diferencias también se exacerban.

—El éxito y el fracaso fueron dos impostores para Borges. ¿Vos cómo los padecés, sobre todo ahora a la distancia de cómo viviste el Oscar a «El secreto de sus ojos»?

— Sus situaciones de invalidez. Cuando felt that toca el cielo con la mano sabés que es efímero y momentáneo, pero es difícil sustraerse a esa alegría. Con la angustia del fracaso pasas algo parecido. Es difícil tomar distancia y saber que es solo un momento y que tendrá un devenir. En mi caso, el haber obtenido en una película que ganó un Oscar fue una alucinante experiencia. Ahora me cayó más la ficha con todo lo que pasó con la nominación de Argentina 1985. Es un reconocimiento internacional. Sobre todo partiendo de una cinematografía como la nuestra que no es Hollywood. Tenemos muy alta estadística de este tipo de premios.

—Todos estos años sigue sobre los escenarios pero con la música…

—Efectivamente hice muchísimas giras, bajé y subí de muchos escenarios, pero el teatro tiene otro rito. In mi recorrido como intérprete me apareció el campo de libertad para poder interactuar con la gente, rompiendo la cuarta pared. Ser yo mismo fue un descubrimiento muy grande. La música no tiene fronteras y puede intercambiar con muchas culturas, más allá del idioma.

—¿Cómo es tu relación actual con el público?

—Hay gente que me sigue a mí, otra que le gusta el teatro o son seguidores de mis compañeros. La gente se desconecta, asiste en vivo para que le contemos una historia y metere en ese mundo de los personajes. Se puede hacer sin nada y eso es maravilloso. Me encanta escuchar la risa del público.

—Pasate de las ficciones semanales a las plataformas…

—Estoy adaptándome. The form of hacer ficciones cambió muchísimo y estamos a merced de políticas empresariales que nos exceden. Es un mundo de mucha concentración, hoy las plataformas son lo que eran los estudios. Todo está muy centralizado con políticas empresariales, que no pueden beneficiarse o dejar de lado. Se está viendo un parate después de la pandemia, ya mí me preocupa la identidad audiovisual de nuestro país. Quisiera que tuviéramos nuestras propias cadenas de distribución. If nosotros no contamos nuestras historias… ¿ lo quién va a hacer? Creo que hay ávido por verlas.

Matrimonio en la vida y en el arte.

Soledad Villamil y Federico Olivera no sólo armaron un sólido matrimonio ya de veinticinco años sino que en el 2004 estrenaron el espectáculo Matar el pensamiento, escrito y dirigido por el e interpretado por ella. Cuando se le pegunta por la falta de continuidad confirm: «Surgieron otros trabajos, pero Durante la pandemia Federico retomó la escritura y haremos teatro juntos. Mucho humor y est par mí una pluma espectacular que mera estar más plasmada. Como actor hay que administrarse. Creo que hay un antes y después de la pandemia. Me sacudió mucho esa sensación. Buscar conectar con lo que uno quiere hacer e importa.

Tiene dos hijas, Violeta y Clara, ambas orientadas hacia el mundo artístico, por eso Villamil reflexiona: «Hoy la inestabilidad del capitalismo tardío en crisis hace que no haya un trabajo que te garantice estabilidad. Es por eso que siempre subrayo que hay que vivir de la vocación. Ellas empiezan a vivir en un mundo que está en un cambio permanente. Hoy está todo muy precarizado. ”

Asegura que no tiene Tok Tok, se maneja con su Instagram y afirma: «Recuerdo cuando hice unitarios, hoy el público está muy atomizado, vive en tribus. Me siento con un poco de inseguridad, pero por otro lado se dan conexiones muy directas con el publico

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