Manuel Gold habla de su incursión en la dirección teatral, sus inicios y cómo superó la timidez | entrevista | teatro | los caracoles | ribeyo | los cinéfilos | SON

VER TAMBIÉN: Tres décadas sin Mónica Santa María: ¿por qué extrañamos tanto a la “dalina chiquita”?

Mi afortunada impresión es que estás trabajando en algún proyecto teatral todo el tiempo. Sin parar, digamos. Eso no les sucede a la mayoría de los actores.

Tengo suerte, sí. Mi primera serie de televisión fue “Los del Solar”. Allí trabajé con el gran Carlos Cano, quien me dijo que el mejor reconocimiento que podía tener nuestra profesión en el Perú era tener continuidad en el trabajo. Y eso me pasa en el teatro desde 2008. Para mí eso significa mucho.

Y aún así manejas un perfil discreto. Estás en redes, pero compartes tu trabajo como prioridad. No haces todo lo posible para crear una historia de Instagram cotidiana. No te gusta aparecer así.

Sí, soy de las personas que pueden irse de viaje y no hacer ni una sola foto. Si tengo fotos de mi infancia y adolescencia es gracias a mi hermana, a quien le encantaba registrar momentos. Supongo que eso se traslada a las redes sociales. Pero les comparto algo, tampoco soy un ‘hater’ de las redes, simplemente no estoy 100% preocupado por eso.

¿Es la timidez un rasgo de personalidad?

Ha sido. Ahora que tengo 38 años, soy menos tímido. Pero depende mucho de con quién esté. Si tenemos confianza lo último que vas a decir es que soy tímido. Pero si nunca hemos hablado, me demoro.

Debió ser difícil ser conductor de un programa como “Polizontes”, entonces. O ser, como ahora, un viral en la Internet local.

Sí, lo más complicado de “Polizontes” para mí fue acercarme al entrevistado. Después de eso, todo está bien. Respecto a lo viral, eso ha sido muy loco porque ha sido paulatino. El vídeo es de hace diez años (perteneciente al capítulo “El chico de los subtítulos” de la webserie “Los cinefilos”). No sucedió de un día para otro, así que no me sorprendió. No puedo negar, eso sí, que hay días en los que me sorprende escuchar mi voz como efecto de sonido en ediciones de televisión o vídeos de Internet. Sólo me estoy riendo ahora.

Nos remontamos a tu experiencia como actor. ¿Cuál es el recuerdo más lejano que tienes sobre el escenario?

Quizás fue en una reunión de padres donde tuve que interpretar algo. Pero lo más vívido fue en una especie de domingo familiar en el patio del colegio. La obra se llamaba “Un hombre que se casó con una mujer valiente”, una comedia antigua.

¿Hubo algún momento teatral que te reveló que te ibas a dedicar a esto?

Ninguno. Me fue revelado. En el colegio me gustaba actuar, pero pensé que esto iba a ser una actividad paralela a la carrera que estudié y nunca hice: técnico bilingüe en empresas de comercio y producción. También seguí la comunicación audiovisual, pero no terminé. Iba a ser muy feliz si sólo hiciera un trabajo al año. Quizás me ayudó, y hasta ahora, a concentrarme en el presente. Me concentré en el proyecto en el que estaba. No tenía un plan, por extraño que parezca. Pero mi nombre empezó a difundirse y no me detuve.

¿Por qué el teatro es especial comparado con el cine o la televisión?

Me encantan las cosas que suceden en vivo. También disfruto las películas, pero se filman de 7 am a 7 pm y a veces no hay orden en las escenas. En el teatro tu actuación comienza a las 16 o a las 20 horas y nada podrá detenerte. No hay toma 2, no hay “reanudamos”, nada. Ese período ininterrumpido me permite estar presente. Es difícil, incluso como ser humano, vivir el momento, pero hay que intentarlo. Amo el teatro porque me permite estar presente.

¿Cómo surgió la oportunidad de dirigir “Los caracoles”?

Cuando estudiaba dirigía mis cortos, mis documentales. Luego me enamoré de la actuación, pero el sueño de dirigir estaba ahí. El jefe de La Ira Producciones sabía de este deseo mío y me sugirió que buscara una comedia con pocos actores para dirigir. Creía que yo estaba preparada, pero que no me envió por nervios e inseguridades. Había leído “Los caracoles” cuando salió la edición completa de las obras de Julio Ramón Ribeyro en 2017, así que volví a él y acepté el desafío.

Hay cinco actores que interpretan varios personajes.

Sí, me encanta que la habilidad de los actores pueda ser evidente. También las obras en las que se hace mucho con pocos.

También es una trama actual.

Sí. No quisiera ‘spoilear’, pero es válido porque aborda lo que muchas veces estas grandes empresas, que representan el capitalismo salvaje y extremo, están dispuestas a pisotear para obtener ganancias. Especialmente los más vulnerables e indefensos. Ribeyro escribió eso en 1964, pero perfectamente podría suceder hoy. Me encanta el hecho de que es una farsa con una crítica social muy aguda; es una comedia con un propósito. Y los personajes son entrañables. Estoy feliz. //